El récord mundial se energía se ha logrado con participación gallega. El hito se alcanzó por primera vez el pasado 30 de noviembre cuando el choque de protones del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), logró una potencia de 1,18 teraelectronvoltios superando la marca de 0,98 que con anterioridad tenía en su poder el acelerador del Fermilab de Chicago.
El registro volvió a batirse el 13 de diciembre hasta alcanzar una potencia de 2,36 teraelectronvoltios, un récord en el que participó el grupo de investigación en Física de Altas Energías de la Universidade de Santiago, coordinado por Bernardo Adeva, que interviene en el registro de las colisiones de hadrones del acelerador de partículas, también conocido como la máquina del Big Bang, ya que su objetivo último es recrear los instantes inmediatamente posteriores a la formación del Universo y descubrir la partícula más elemental, entre otros objetivos. El equipo, que analiza además los datos obtenidos tras el bombardeo de protones a través de un sistema de computación creado en el campus de la USC, también fue el que se encargó del diseño, construcción y montaje de uno de los detectores del experimento LHCb, de lo que se ocupó a partes iguales con el Instituto Politécnico de Lausana (Suiza), con cargo a un presupuesto de cinco millones de euros.
Nuevos retos
«Vamos cumpliendo objetivos poco a poco», explica Bernardo Adeva. Los nuevos retos comenzarán a partir de mediados de febrero, que será cuando el gran colisionador de partículas se ponga de nuevo en funcionamiento después de un período de parada técnica para preparar los nuevos experimentos. ¿El objetivo? Alcanzar este año una energía de entre cinco y siete teraelectronvoltios de los catorce a los que se espera que llegue la máquina cuando esté a pleno rendimiento. Con esta energía y tras el análisis de los datos del choque de protones ya se confían en que a lo largo de este año se logren algunos resultados científicos de una investigación liderada por Europa que está llamada a revolucionar el conocimiento de la física.
«Ya batimos el récord de energía y todo lo que produzca a partir de ahora será nuevo. Los descubrimientos se pueden producir en cualquier momento, pero tendremos más probabilidades de llegar a ellos en cuanto se aumente la energía y la luminosidad (mayor choque de protones por centímetro cuadrado y por segundo)», apunta Juan José Saborido Silva, otro de los científicos gallegos del equipo. Al LHC, o al menos eso es lo que se espera, aún le quedan veinte años de funcionamiento y el trabajo no ha hecho más que empezar.
Electrónica de control
«El análisis de los datos es ahora nuestro objetivo principal», resalta Bernardo Adeva, quien también ha destacado la complejidad del trabajo que llevaron a cabo en la construcción y puesta a punto del subdetector de silicio. «Tiene -explica- 200.000 canales electrónicos, lo que supone que son 200.000 señales que tienen que ser repartidas, filtradas electrónicamente y llevadas al ordenador para analizar los datos». El equipo desarrolló la electrónica de control del aparato, lo que permite su sincronización con el acelerador de partículas. Y su diseño no fue sencillo, porque tiene que ser tan sensible como para medir la colisión de protones que se produce cada 25 nanosegundos. «Nuestro detector -señala Adeva- tiene que estar muy vivo para detectar las señales con una rapidez muy alta, y decidir en ese tiempo si las señales nos interesan o no».
No hay comentarios:
Publicar un comentario