El desmoronamiento del muro que tapiaba la Puerta Santa de la catedral compostelana marcó el pasado día 31 el comienzo del nuevo Año Jubilar. El arzobispo de Santiago, Julián Barrio Barrio, fue el encargado de tirar el pequeño muro de mampostería que cerraba el acceso al templo, en lo que se convirtió en el momento culmen de la ceremonia. Así, tras golpear en tres ocasiones el empedrado con un simbólico martillo de plata, la tapia se derrumbó ante los pies de monseñor Barrió, momento tras el cual el religioso se arrodilló en el umbral de la puerta. Al mismo tiempo, un grupo de sacerdotes procedieron a bendecir la nueva vía de entrada al edificio santo con ramas de olivo y cantos gregorianos.
Durante el acto previo al rito de apertura -y coincidiendo con el repique de más de mil campanas de las iglesias de la diócesis- la comitiva eclesiática se encaminó hacia la emblemática plaza de la Quintana, donde el nuncio del Papa en España, Renzo Frattini, leyó una misiva que el propio Benedicto XVI envió con motivo de la llegada del nuevo Año Santo. A través de sus palabras, el máximo pontífice quiso expresar su cercanía «con los peregrinos que llegan y siguen llegando a Santiago», al tiempo que les invitó a que «hagan acopio de las sugestivas experiencias de fe, caridad y fraternidad que encuentren en su andadura». Asimismo, el Papa destacó el papel que el Camino cumple en el panorama europeo, refiriéndose a la capital gallega como «una meta eminente de peregrinos» a la que arrivan «gentes de las más diversas regiones de Europa para renovar y fortalecer su fe».
El arzobispo compostelano fue el primero en cruzar la entrada sagrada, seguido de cerca por un nutrido grupo de religiosos, entre los que se contaban más de cien obipos. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, actuó en calidad de Delegado Regio, encabezando la comitiva oficial. José Blanco, ministro de Fomento y los representantes de los gobiernos locales y autonómicos completaron la cohorte civil. Una vez en el interior de la Catedral, Julián Barrio leyó una homilía en la que destacó que el Año Santo «es un signo de esperanza en la sociedad actual» que funcionará como «un faro de luz para el hombre actual sumergido en una profunda crisis moral, cultural y social». Monseñor Barrio también hizo alusión en la eucaristía a la «urgencia» de iluminar con la fe las cuestiones que conciernen al presente y al futuro de la sociedad para «mantenerse vigilantes frente a los ídolos que llevan al desaliento y a la muerte».
Miles de peregrinos y fieles llegados de todas partes del mundo abarrotaron las calles y plazas cercanas a la Catedral, bajo una intensa lluvia que no cesó en ningún momento de la celebración.
Fuente: ABC
Fuente: ABC
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